Tenía muchas expectativas de esta película desde el momento en el que comenzó el rodaje (y que juzgando por algunas fotos parecía que tenía buena pinta). Estas aumentaron cuando vi el trailer en el cine, y unos meses después de su estreno, por fin la hemos visto.
La historia está dividida, implícitamente, en tres actos, que comienzan con la presentación de la vida de Luke (Ryan Gosling) siendo éste el desencadenante de la trama, el segundo se centra más en Avery (Bradley Cooper) y el tercero sucede unos años después, casi veinte, aquí cabe mencionar el trabajo, penoso, pero auténticamente cutre de serie B, de los maquilladores, están los personajes exactamente igual que al principio, todos, excepto Eva Mendes con cuatro canas mal puestas.
Pues bien, después de 140 minutos de película no sé cuál era la intención de Derek Cianfrance al hacerla, puesto que si pretendía dar lecciones de moralidad, no lo ha conseguido en absoluto. Bueno, miento, ha conseguido rodar un telefilme, de los típicos de sábado por la tarde en Antena 3, con actores de renombre, pero que ninguno salva este bodrio de película.
Y es que ninguno de los actores salva la película. Eva Mendes y Ray Liota en su papel de siempre, da igual qué películas veas. Ryan Gosling es lo más destacado de ella, es el que lleva el peso de la trama y Bradley Cooper un auténtico fracaso, totalmente plano, no consigue fundirse con el personaje, no engancha al espectador, hasta los bebés transmiten más que él. Este no es el Bradley Cooper al que estoy acostumbrada...
La trama pierde fuelle a lo largo de la película, su división en los tres actos no cuaja, ni el mejor sastre lo podría hilar, no hay una buena cohesión.
Lo peor: Guión, dirección, duración (sobra una hora y media de metraje), actuación.
Nota: 4/10